8 mar 2010

La doble mentira


Quién no recuerda, uno de los estrenos más esperados (también una de las decepciones) de la cartelera del año 1999: el ya olvidado famoso Proyecto de la bruja de Blair (pincha aquí para visitar su web site), que parece haber hecho mella en un buen número de cineastas del momento, ¿de dónde vienen sino películas como REC o paranormal activity? aunque en este último caso la polémica venga de otro lado.

La mentira de la bruja forma parte de una ficción global que los directores inventaron y que comienza en 1785, en plena época de brujas. A partir de ahí, le sigue una sucesión de asesinatos y desapariciones durante el siglo XIX y los años 40-60, pero no olvidemos que todo es falso.

Los directores crearon y emitieron un documental (también falso) sobre la bruja de Blair en un canal de TV americano. La audiencia creyó la leyenda y la tomó como verídica y así comenzó la promoción de la película.

La película se estrenó en España en el Festival de Cine Fantástico de Sitges. La publicidad sobre la supuesta veracidad de la cinta fue tal, que se la creyó hasta uno de los distribuidores en Europa, que hizo el ridículo en dicho festival intentando ocultar que la cinta era de ficción.

Uno de los grandes aciertos, fue el hecho de que los 3 protagonistas utilizaron sus nombres reales, y se les dio por desaparecidos también de forma real, tomo esto sumado a una gran campaña lanzada a través de Internet hizo que todo el mundo creyera en la historia y para cuando e descubriera el engaño la recaudación en cartelera ya superara los 150 millones de dólares

Todo esto nos hace preguntarnos una serie de cosas: ¿Tan fácil es engañarnos? ¿Sólo con que nos presenten algo en televisión ya lo damos como supuesto, como real? ¿Acaso no tenemos capacidad crítica?

No estamos aquí para realizar una crítica a nivel cinematográfico sobre este film, pero sí para intentar que reflexionemos.

A pesar de que algo se nos presente ante nuestros ojos podamos verlo u oírlo, nos los cuente nuestro mejor amigo/a, nuestro profesor/a, nunca está de más cuestionárselo.

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